Currie, pero activista

Desde que era estudiante de economía noté que gran parte de los problemas complejos a los que nos enfrentamos como país, tienen soluciones ya formuladas.


María Camila Forero
feb 23 de 2023 09:42 a. m.
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Desde que era estudiante de economía noté que gran parte de los problemas complejos a los que nos enfrentamos como país, además de estar plenamente identificados, tienen soluciones ya formuladas. Estas soluciones muchas veces han sido desarrolladas por la academia u organizaciones internacionales y han sido ampliamente discutidas entre estos grupos y expertos mundiales. No en vano en los últimos 100 años Colombia ha tenido 34 misiones de expertos y 23 de ellas se realizaron después del 2001.

A su vez, y tal vez de forma paradójica, he notado que el costo político de aplicar estas soluciones es muy alto, lo que lleva a que los gobiernos de turno prefieran patear la pelota o aplicar pañitos de agua tibia con tal de no tener que asumirlo.

Pensaba que ese era el mal peor: la pelea entre el gradualismo y las reformas integrales que heredamos de Hirschman y Currie. Albert Hirschman un alemán que llegó en los 50s a Colombia para hacer parte de la junta del Banco Central, fiel creyente de que la innovación y la creatividad humana podían superar los obstáculos más difíciles para el crecimiento económico de un país. Por esta razón, abogaba por el gradualismo en las reformas para evitar los riesgos de los efectos no esperados que pudiesen terminar limitando esa capacidad humana y aumentando el descontento social. 

Por su parte, Lauchlin Currie, un canadiense que fue parte de la primera misión de expertos - la que creó el Banco de la República- abogaba por la necesidad de hacer reformas estructurales para lograr el progreso social y económico de lo contrario no se lograrían solucionar de raíz los problemas estructurales. Currie, argumentaba que estas reformas deben ser lideradas por expertos para lograr atacar los problemas de manera integral y realmente estructural, ellos, deben ser quienes le expliquen a la sociedad en debates amplios la necesidad y el funcionamiento de los cambios. 

Sin embargo, en este momento, puedo afirmar que pequé por inocente porque estábamos lejos del mal peor: un gobierno a la Currie, pero que no es liderado por expertos sino por activistas, que no sigue los diagnósticos y las soluciones ampliamente discutidas y sobre identificadas sino la demagogia.

Lo hemos visto en varias ocasiones y claro, hasta el mismo presidente defiende cambios que priorizan las convicciones ideológicas y no el bienestar de los colombianos. Los ejemplos sobran. Un primer caso es el de la ministra de Minas y Energías, insistiendo en finalizar la exploración de petróleo y gas utilizando datos acomodados. Una decisión que sabemos que pone en riesgo la estabilidad fiscal y el gasto público social y que es la forma errónea de atacar el problema, pues en últimas, genera impactos insignificantes en la lucha contra el cambio climático.

Se repite el escenario con la ministra de salud que, siguiendo dogmas, presenta una reforma que acaba con el modelo de aseguramiento que ha logrado aumentar la cobertura del sistema a casi al 100% y devuelve la administración de los recursos y del riesgo al Estado, modelo que probó ser ineficiente hace 30 años. Este cambio ideológico no arregla los problemas de fondo del sistema que son la sostenibilidad fiscal y la cobertura efectiva, en palabras simples, que lo podamos pagar en el largo plazo y que nos atienda un médico cuando lo necesitamos.

El presidente claro que no se podía quedar atrás y decide tomar control de la CREG, el organismo que regula los precios del mercado de energía. Esto a pesar de que varias voces expertas alertaron de los problemas que esto puede traer, principalmente, sobre la confianza en las instituciones y los impactos en la inversión extranjera directa.

Existen y crecen las preocupaciones alrededor de los efectos negativos sobre el bienestar de los colombianos y principalmente de los más vulnerables que van a generar las reformas de este gobierno. Seguramente, necesitaremos en los siguientes periodos gobiernos a la Currie, pero la Currie original. Estos deben estar dispuestos a asumir costos políticos, a tomar decisiones difíciles y a participar en debates amplios donde expliquen a perfección la necesidad de las mismas, pues será el único camino para remediar los daños que presenciaremos en los próximos años.

@mcforerolo
Economista de la Universidad de Los Andes y experta en pensiones

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