Un derecho inalienable
Si no tuviéramos el derecho a informar o a ser informados sería como si viviéramos en la total oscuridad.
Esta semana se celebró el día mundial de la libertad de prensa, el 3 de mayo fue instaurado desde 1993 por la asamblea general de la ONU, y este año se cumplen un poco más de tres décadas de la declaración de Windhoek, un encuentro de un importante grupo de periodistas africanos en Namibia, quienes durante un seminario de cinco días, organizado por la Unesco en 1991 se reunieron para plasmar en un documento los principios de la libertad de prensa y hacer un llamado al mundo para velar por su defensa y respeto.
Esta conmemoración es siempre una buena oportunidad para recordar y reafirmar que la libertad de información es un derecho humano fundamental y como lo expresa la declaración: "Una prensa independiente, pluralista y libre son indispensables para el desarrollo y mantenimiento de la democracia en un país, así como para su desarrollo económico".
Sin embargo, también es un momento de análisis y el escenario no es muy alentador para Latinoamérica, pues está marcado por la pérdida de espacios democráticos, además de una precaria situación de supervivencia para algunos medios de la información.
A pesar de vivir significativos avances en esta materia, si lo comparamos con las difíciles épocas de la violencia en nuestro país de las décadas de los 80 y 90, la libertad de prensa sigue siendo uno de los grandes vacíos de nuestra sociedad. Si hacemos un balance de la realidad actual y mencionando muy por encima algunas cifras que se hayan reportado en lo corrido del año, 53 periodistas han sido amenazados de muerte en Bogotá y Antioquia, 18 entre el valle y el atlántico y 7 en otras regiones del país, 14 periodistas han sido acosados por la justicia, a 12 de ellos los han estigmatizado, a 15 les han obstruido el acceso a la información y esto sin contar los que son víctimas de ciber acoso, pues con el boom del mundo digital, los espacios donde los periodistas se pueden ver expuestos y vulnerables a ataques, se multiplicaron.
Si observamos un panorama mundial, el escenario no es menos escalofriante, un gran número de periodistas son acosados, encarcelados o asesinados. Es el caso precisamente de las periodistas iraníes en prisión Elaheh Mohammadi y Niloofar Hamedi y Narges Mohammadi, tres reporteras que han enfocado su labor periodística al los derechos humanos y quienes informaron sobre la muerte de la joven Mahsa Amini por no usar bien su hiyab. Por lo cual recibieron hace unos días el Premio Mundial a la Libertad de Prensa por parte de la Unesco. Premio que además lleva el nombre de Guillermo Cano, como homenaje a uno de nuestros periodistas, víctima de la violencia en 1986 por su profesión.
Y aquí me podría quedar escribiendo párrafos enteros, mencionando la lista interminable de casos en los que mundialmente se atenta contra el derecho y la responsabilidad de informar. Sin embargo, hay una luz y en distintos escenarios se generan espacios que brindan esperanza a esta profesión tan sacrificada, vertiginosa y apasionante.
Como es el caso del encuentro que se vive esta semana en la Universidad Autónoma de Occidente en Cali, donde se ratifican los compromisos con la libertad de prensa y expresión y se firmarán los acuerdos de la declaración de Chapultepec y Salta; que buscan garantizar la libertad de prensa y de expresión en Iberoamérica, a este encuentro asistirá Michael Greenspon, presidente de la SIP quien hará parte de esta firma, hecho memorable para nuestro país.
La declaración de Chapultepec dentro de sus principios manifiesta que: ¨la libertad de prensa es un derecho inalienable, no se debe restringir el derecho a buscar y recibir información y no se debe sancionar a ningún medio que difunda verdad o critique al poder público”.
El mundo necesita periodistas libres, medios independientes que realmente puedan informar responsablemente a la sociedad y con la información completa y verás, darle la capacidad de discernir.
La libertad de prensa es un termómetro importante de la salud de un país, es un valor fundamental dentro de una democracia y por eso es nuestra obligación moral protegerla y defenderla y en este orden de ideas, es indispensable un real compromiso de un gobierno sano y democrático que implemente e imponga sanciones severas para las agresiones contra periodistas en casos como asesinatos, torturas, presiones e intimidaciones.
Concluyo expresando la sensación que me produce cuando de cualquier forma se atenta contra este derecho fundamental. Si no tuviéramos el derecho a informar o a ser informados sería como si viviéramos en la total oscuridad.
@MafeNaviaC
Periodista y presentadora