Alguien necesita tu historia

Sobre las historias dignas de contar y lo que nos une como humanidad.


María José Giraldo
oct 17 de 2024 05:47 p. m.
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Cuando era pequeña, me hacían la tí­pica pregunta “¿cuando seas grande quieres ser como tu mamá?”. Ellos hablaban de contar historias, pero sobre todo, de estar frente a una cámara. Por alguna razón los adultos asumen que a las niñas les gustan las cámaras. A mi nada en el mundo me interesaba menos.

Pero ni yo, ni ellos, entendíamos lo que ella realmente hací­a. Solo veí­amos el escenario: las cámaras, los noticieros, los periódicos. Pocos entendían el fondo.

Lo que mi mamá realmente hacía era crear nodos en esta red de humanidad compartida. Ella tejía y conectaba mundos a través de esas historias que pocos se atreví­an a contar porque eran muy dolorosas, demasiado ajenas para siquiera identificarlas, o porque simplemente para contarlas tenían que adentrarse un mes en la selva, acampar afuera de una cárcel, entrar a una zona roja o convertirse en blanco de algún bandido.

Hace poco la vida me empujó a contar mi historia y esta pregunta me trasnochaba: ¿cuál es una historia digna de contar? Si yo crecí viendo cómo mi mamá arriesgaba su vida para encontrar las historias más valiosas, ¿qué tenía yo para decir que fuera digno de contar?

¿De qué sirve una historia cualquiera, sin golpes, moretones ni amenazas de muerte, y además contada por una niña privilegiada acostada debajo de una cobija, como escribo en este momento?

Encuentro que lo que tienen en común las historias dignas de contar es la incomodidad que hay que atravesar para llevar luz a donde ha habido miedo u oscuridad. Y eso es lo que las hace no solo dignas, sino necesarias.

Las historias que más miedo nos da contar, esas con las que alguna parte de nosotros siente vergüenza al ser expuesta, son las que más necesita el mundo. Del otro lado siempre hay alguien más que no pudo decirlo. No supo cómo, o ni siquiera sabía que esa historia también era suya hasta que alguien logró ponerla en palabras.

El valor de la historia no es la historia en sí, es la historia que cada uno se cuenta a través de ella, es cómo la hacemos propia cuando le da sentido a eso que llevamos dentro y no ha podido salir porque no tiene nombre.

Mi historia, la tuya, y todas las historias que le dan voz a partes de nosotros que han tenido miedo, merecen ser contadas.

No importa si el escenario es un noticiero, el asiento de atrás de un taxi, la cocina de un apartamento o una red social. No importa si el público son millones o una sola persona. No importa si no incluye golpes, enfermedades mortales ni amenazas de muerte. Tu historia es un nodo que sumas a la red que nos une como humanidad.

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