Metro: mezquindad politiquera

Petro con esto está buscando sacar a Peñalosa y a López de carambola. A pesar de las diferencias que pueda tener con la Alcaldesa, debe primar la sensatez.


Martín Rivera
feb 08 de 2023 06:00 a. m.
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En una democracia seria y moderna, la institucionalidad está por encima de la opinión de cualquiera. En el caso de Colombia pareciera que esto no aplica y así queda reflejado con la pelea entre la alcaldesa de Bogotá y el presidente Petro por el diseño de la primera línea del metro.

La opinión de un presidente electo democráticamente en un Estado Social de Derecho no se puede convertir, jamás, en un riesgo jurídico frente al desarrollo de cualquier contrato debidamente licitado y otorgado por la vía legal.

Hay tres factores en esta discusión que ponen en riesgo el desarrollo necesario de un sistema de transporte robusto que sea capaz de mover el grueso de los viajes en Bogotá y sea el eje estructural de la movilidad en la ciudad.

Por un lado, está el riesgo jurídico que cerraría las puertas a futuras grandes licitaciones necesarias para actualizar nuestra obsoleta infraestructura.

En segundo lugar, hay una pelea politiquera que tiene en el centro la puja por la victoria electoral de octubre de este año, lo que lleva a una frustración al ver que los proyectos electorales están por encima del desarrollo.

Por último, va en contra de un principio constitucional básico: el de autonomía y descentralización en un marco jurídico que desde 1991 ha hecho un esfuerzo enorme por consolidar un Estado descentralizado y con autonomía en los entes territoriales.

Jurídicamente sería un riesgo sin precedentes, que podría cerrar la puerta para futuros consorcios o posibles contratistas que pierdan confianza en el país ya que no habría seguridad jurídica en que los contratos se respeten tal como queden dentro del proceso licitatorio. 

El 2023, al ser un año electoral, trae unas presiones adicionales. Después del resultado de 2022, Petro y su grupo político está muy confiado en que va a ganar mayoría de Alcaldías y Gobernaciones y tiene la mira en Bogotá como la joya de la corona. 

Hay entonces una mezquindad politiquera en utilizar este proyecto tan necesario para la ciudad como instrumento politiquero y para colmo su ministro de transporte sale con un chantaje financiero que si no se apoya la opinión del Presidente, no hay plata para los demás proyectos. ¡Faltaba más!

Petro con esto está buscando sacar a Peñalosa y a López de carambola. A pesar de las diferencias profundas que pueda tener con la Alcaldesa, debe primar la sensatez. Frenar el desarrollo de la primera línea de Metro es devolverse años con un proyecto tan necesario y anhelado.  

Y por último, dejaría un antecedente muy peligroso para futuros proyectos de desarrollo por iniciativa de entes territoriales que puedan ser frenados por el capricho del Ejecutivo Nacional. No respetar esa autonomía es inconstitucional, limitaría el desarrollo y rompe con la tradición de la búsqueda de la descentralización. 

Por estas razones es que hay que acompañar a la Alcaldesa en esta pelea. Si bien el proyecto se debió haber conceptuado como subterráneo, no es el final de la ciudad si se hace elevado. Recordemos que las ciudades son dinámicas y adaptables. De este problema podemos sacar muchas oportunidades. Empezando por la captura efectiva del valor del suelo, por ejemplo. 

Nueva York, París y São Paulo, solo por mencionar algunas ciudades, tienen dentro de su red de metros líneas elevadas. No podemos pensar en esta como la única línea de Bogotá, sino como la primera de muchas que la ciudad necesita. Vendrán las subterráneas, vendrán las de nivel, vendrán los trenes de cercanía y más cables. Este debe ser el inicio de una modernización necesaria que esté por encima de las mezquindades politiqueras de la infraestructura de Bogotá. 

Concejal de Bogotá
@riveraalzate 

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