Enseñar a aprehender
Cada semana hay una lectura interesante, pero situado más allá de la capacidad lectora de los estudiantes de ese grupo en concreto.
Miguel de Zubiría. Psicólogo afectivo. Director del Programa SOCRATES para jóvenes talentosos en ciencias sociales
La didáctica autodidacta cambia radicalmente la educación regular o industrial, en la cual 30 o 40 estudiantes permanecen en silencio sentados, mientras escuchan durante una larga hora a su profesor sin mayor motivación personal.
La didáctica ha sido experimentada y trae consecuencias positivas enormes. Veamos su esencia. Imagina una asignatura como esta:
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¡El profesor no enseña nada! Lo más innovador y contrario a la tradición educativa industrial.
Cada semana hay una lectura interesante, pero situado más allá de la capacidad lectora de los estudiantes de ese grupo en concreto.
Los estudiantes que lo desean presentan una evaluación semanal, cuya calificación es binaria: aprueba o reprueba. Si aprueba avanza hacia el siguiente nivel, cada vez más complejo, hasta alcanzar el nivel 5, casi siempre una pequeña investigación o innovación que debe ser sustentada ante un equipo de profesores o de padres de familia expertos en el tema. Imagínate.
Se denomina Didáctica autodidacta. ¿Qué consecuencias puede traerle a los jóvenes asumir este gran reto intelectual?
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Los estudiantes comienzan a aprehender
La primera consecuencia directa es que como el profesor no enseña, los estudiantes comienzan a aprehender. Se ven forzados a aprehender. A las buenas, por motivaciones intrínsecas, o a las malas, por las consecuencias de reprobar dos veces un nivel y perder definitivamente la asignatura.
De allí su precisa denominación de Didáctica autodidacta, pues cada estudiante aprehende por sí mismo al leer, pensar, intentar entender con autonomía los pensamientos contenidos en la lectura, aplicarlos y demás operaciones mentales. Nadie vendrá en su ayuda.
En clase puede preguntar cuando desee. Lo cual la transforma en una sesión de preguntas y demasiadas veces de gratas discusiones. Muchos estudiantes podrían preguntar por vez primera en clase, atreverse a hacerlo. En la educación regular la inmensa mayoría nunca lo hace, permanecen en silencio, mientras se ocultan de la vista del profesor, procurando ser invisibles: si no preguntas no te preguntan.
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¡Ni más ni menos que preguntar, de las funciones afectivo-intelectuales centrales! El motor de la vida cognitiva, desde el colegio hasta el final.
¿Puede ser esta didáctica el remedio contra la pobreza de aprendizaje que hoy afecta a siete de diez niños en el mundo, a ocho en América Latina y a 8,9 en África, según los recientes datos del Banco Mundial?
Cada semana hay una lectura interesante
Si bien, superior a la capacidad lectora del promedio de los estudiantes. Ahora en su nuevo rol de aprehendiz, ya no de estudiante, colocado frente a un texto superior a su capacidad de lectura y de comprensión. Por tal razón, debe leerlo varias veces e intentar comprenderlo. Si no logra, como es lo corriente, le quedan tres recursos.
El primero, conversar con sus compañeros o con otros profesores. Recurso perfectamente válido. El segundo preparar unas jugosas preguntas para realizar durante la clase, que dejó de serlo pues nadie enseña, ni dicta lecciones. O resolver sus cuestiones mediante las preguntas formuladas por otros en la clase, que dejó de serlo.
Por supuesto, la capacidad lectora crece demasiado. Desde ahora su herramienta favorita para acceder al conocimiento. Muy adelante la empleará para responder sus propias y personales preguntas, cuando solo él será el interesado y el evaluador.
Si aprueba avanza hacia el siguiente nivel, cada vez más complejo
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Solo requiere del profesor, ahora maestro, escribir cada semana un artículo muy interesante sobre el único tema de cada bimestre. Sí, representa una labor muy exigente la primera vez. O emplear artículos cercanos al tema, y diseñar buenas preguntas.
¿Puede ser la didáctica autodidacta el remedio que buscamos contra la pobreza de aprendizaje?
No veo otra que le compita.
La didáctica autodidacta cambia radicalmente la educación regular o industrial, en la cual 30 o 40 estudiantes permanecen en silencio sentados mientras escuchan durante una larga hora a su profesor, sin mayor motivación personal. Así ha ocurrido los últimos tres siglos desde la Didáctica magna de Comenio, el padre de la pedagogía.
¿Puede ser esta didáctica el remedio contra la pobreza de aprendizaje que hoy afecta a siete de diez niños en el mundo, a ocho en América Latina y a 8,9 en África, según los recientes datos del Banco Mundial?