Argentina: el voto vergonzante, carajo
"En vez de meter en un costal a toda la gente que piensa distinto, deberíamos intentar entender y revertir posturas descabelladas sin menospreciarlas".
Seguimos subestimando a los votantes. Argentina votó a favor del ultraderechista y estrambótico Javier Milei frente al candidato oficialista Sergio Massa —ministro de Economía en un país que bordea la hiperinflación—. Hace unos días, en el debate presidencial televisivo, la mayoría de análisis coincidían en que Milei había perdido porque Massa logró “desnudarlo” y “arrinconarlo”. Con ingenuidad o arrogancia, una parte de la izquierda y otra parte del periodismo, suponía que eso iba a calar en la gente. Grave error. Si algo nos ha demostrado fenómenos políticos como la victoria del No en el plebiscito por la paz, el bréxit en Reino Unido o la llegada al poder de Trump, Bolsonaro, Bukele y ahora Milei, es que el ‘voto vergonzante’ es definitivo en las elecciones.
En el caso de Argentina este domingo hubo ingredientes adicionales como el poco poder adquisitivo, expresado en física hambre, que impulsó a la gente a terminar de decidirse por un tiro al pie (izquierdo) como Milei, pero en todo caso diferente a su realidad inmediata, gobernada por el kirchnerismo y el peronismo —que perdió apoyo en sus bases populares—, la ‘casta’ como la llama Milei en su narrativa. Y la incapacidad de ese mismo establecimiento a renovarse y en cambio caer en las mismas prácticas que tanto critican de la derecha, como la corrupción y el ‘todo vale’.
El voto ‘vergonzante’ u ‘oculto’ se caracteriza porque conecta con las pulsiones más íntimas del elector. Usualmente suelen ser el miedo y la ignorancia. Incluso, los mecanismos de persuasión salen del alcance de los propios políticos y se riegan por los sesgos de las personas a través de cadenas falsas de WhatsApp, teorías de la conspiración y chismes. Las encuestas no alcanzar a medir este voto y a veces, entre algunos círculos sociales, quienes optan por candidatos tan absurdos, se avergüenzan de cantar su voto, pero el día de las elecciones, en la intimidad de las urnas, "se desquitan".
La respuesta a eso por parte del rival —como quienes votamos por el Sí en el plebiscito por la paz—, como en el caso de Massa representando al statu quo, fue subestimar la molestia, el miedo y la ignorancia. Por su parte, una parte del periodismo replica ese comportamiento. En vez de meter en un costal a toda la gente que piensa distinto, deberíamos intentar entender, explicar y revertir posturas descabelladas sin menospreciar sus temores y opiniones. La famosa “batalla cultural” se da también poniendo el foco y la luz, no condenando al ostracismo y a la simplificación al contrario.
En un país como Argentina era tanto el hastío que no bastaron todos los exabruptos dichos por Milei para que el electorado se diera cuenta del tipo de candidato que era. Uno que prometió la libertad como se promete la felicidad o la esperanza: palabras vacías, pero taquilleras. Aún así, en la noche del domingo, tras su victoria y con rock de fondo a su llegada, Milei se dirigió a “los argentinos de bien” y comprobó que dominó el relato durante toda la campaña: “Hoy se termina la idea de que el Estado es un botín a repartirse entre los políticos y sus amigos (...) Basta del modelo empobrecedor de la casta”.
Si seguimos pensando que el vecino que vota por un antiderechos como Milei es un bruto e ignorante, en vez de discutir, aclarar y convencer, personajes de ese estilo seguirán replicándose por el mundo. Ojo con el voto vergonzante en Colombia. La senadora María Fernanda Cabal apoyó fervorosamente a Javier Milei.
*Periodista y politólogo. Productor digital de Noticias RCN.
@soynicolasrg en X.