No se puede improvisar con delincuentes
El Gobierno tiene un fin loable con la paz total, pero los delincuentes expertos en el crimen no dan tregua a la improvisación.
El Gobierno del presidente Gustavo Petro quiere abarcar todos los temas al mismo tiempo. Ha sido ese su enfoque desde que inició la administración por cuenta del temperamento presidencial. Así hemos navegado en los debates del sector minero energético, las reformas estructurales a la salud, pensiones, laboral, agraria y justicia sin que se conozcan aún los textos definitivos. Y al mismo tiempo la paz total con los subtemas de lucha contra el narcotráfico, cultivos ilícitos y despenalización de la producción de hoja de coca.
Ya a esta altura el presidente y su gabinete debería entender que es mejor segmentar los temas y discutirlos en orden. Por ejemplo, si el tema prioritario es la reforma a la salud, porque es el más próximo, los ministros de otras carteras deberían simplemente no poner en la discusión pública sus propias reformas y guardar su turno. Así no solo el país, sino el Congreso, podrían concentrarse en dar debates amplios y suficientes sobre las reformas que van a cambiar todos los sistemas en los que se basa la organización del Estado colombiano.
Si bien la llamada paz total es un asunto transversal a la política pública del presidente y lo será durante los próximos cuatro años, allí también debe haber orden en las comunicaciones y decisiones de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz. El desorden de los mensajes ha sido evidente. El propio presidente ha utilizado los mismos términos para temas distantes. “Gestores de paz” fue usado por el jefe de Estado para referirse a jóvenes en las cárceles por delitos acusados durante las protestas y a jóvenes a los que se les giraría un millón de pesos en zonas dispersas como parte de una política de transferencias monetarias.
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La claridad jurídica es indispensable. Contrario a esto, la resolución firmada por el comisionado Danilo Rueda para designar al delincuente Jorge Luis Alfonso López como “facilitador de paz” es suficientemente etérea como para interpretar que este necesitaba poder movilizarse con el fin de tener reuniones con las bandas criminales para el sometimiento. El presidente salió a cuestionar a los medios por una ambigüedad de forma en la noticia sobre la que él mismo ha desinformado. Pero en el fondo el problema es la improvisación con la que una decisión de ese nivel se tomó sin hacer seguimiento y sin establecer condiciones precisas y taxativas para el desempeño de las funciones de facilitador de paz.
Luego, como se ha vuelto costumbre, el presidente cuestionó a los medios desde Twitter con 7 millones de seguidores. Paso seguido, cientos de personas reales y cuentas falsas acusaron a los medios de mentir. Hubo numerales definidos para señalar a los medios de distorsionar la verdad. Una vez más, la relación entre los medios y Casa de Nariño debe ser fluida y tolerante desde el Gobierno y equilibrada y justa desde los medios. No debe haber desde ningún lugar de enunciación prejuicios establecidos, sino cooperación e independencia para construir país en el mismo objetivo. La paz del país es un bien común si se logra correctamente.
En cualquier caso, la improvisación con delincuentes connotados que se han dedicado durante décadas a la mafia, el narcotráfico y asesinar periodistas no es una buena estrategia. En el propósito de la paz total no puede haber contradicciones ni lugar al desorden administrativo. Lo jurídico debe ser diáfano y la ejecución coherente. Hay que recordar siempre que parte de los conceptos que rodean a la paz son la justicia, la reparación y la no repetición. Tiene razón el presidente cuando dice que la paz es un fin constitucional y además deseable. Por eso la facilitación debe ser ordenada, seria y moral.
Director de NoticiasRCN.com
@santiagoangelp