Preocupaciones sobre un eventual gobierno de Rodolfo Hernández
Se refiere al capitalismo desde una postura ultra igualitaria que le apuesta casi que a lo comunitario en materia de acceso a la riqueza y a los bienes.
El candidato de Bucaramanga puede ganar las elecciones si consigue que los electores del uribismo conserven la disciplina, a pesar de las descalificaciones recientes. Sin embargo, hay varias alertas sobre su carácter y su plan de gobierno que no hacen pensar en una administración ecuánime.
Rodolfo Hernández es un candidato interesante. Es muy difícil ubicarlo en el diagrama de Nolan porque, aunque ha demostrado que su convicción sobre la economía es el capitalismo, también se refiere al capitalismo desde una postura ultra igualitaria que le apuesta casi que a lo comunitario en materia de acceso a la riqueza y a los bienes.
Su programa de gobierno es en esencia de un corte social demócrata en lo económico y progresista en materia de libertades individuales. Su propuesta general está lejos de ser el de un candidato de derecha. Hernández habla de garantizar la implementación del acuerdo con las Farc de 2016 que perdió el plebiscito, y para ello específicamente tendrá que reformar el agro con la postura de las Farc.
Habla de lograr un acuerdo de paz con la guerrilla del ELN, que ha cometido una secuencia de atentados terroristas en todo el país, incluyendo a Bogotá desde 2018, y que habría sido el propio grupo perpetrador del secuestro de su hija.
Más allá en el fondo económico, Hernández plantea la sustitución de importaciones, que es una propuesta defendida por Jorge Enrique Robledo durante toda su carrera política en aversión a los Tratados de Libre Comercio; una discusión del Siglo XX. Plantea que debe haber una reforma al Icetex para que no se comporte como un banco y que esa reforma debe incluir las condonaciones de las deudas. Y unificar todos los subsidios del Estado a los hogares en condición de pobreza para restar burocracia y subir los subsidios. Habla puntualmente de una renta básica.
En pensiones, aunque su programa de gobierno le dedica solo dos páginas al asunto más urgente de la discusión reciente sobre finanzas en Colombia, Hernández también propone una ley para garantizar una pensión a todos los adultos mayores que hoy no tienen pensión, a través de renta básica con recursos de los Beneficios Económicos Periódicos o BEPS y de subsidios del Estado. Concretamente el candidato no explica de dónde va a sacar los recursos para otorgarle pensión a quienes no tuvieron la oportunidad de cotizar por estar en la informalidad o en el desempleo, es decir millones de personas.
También se refiere a una reforma laboral, pero no da ninguna pista. Dice que se ha discutido el salario mínimo regional y el trabajo por horas, pero admite que por las discusiones en los sindicatos dichas reformas serían muy difíciles. No hay claridad ni en la reforma pensional ni en la reforma laboral, dos asuntos neurálgicos para el desarrollo del país.
Y sobre una reforma tributaria, el plan de gobierno de Hernández se limita a decir que hay que acabar el IVA del 19% para pasar a un impuesto general al consumo del 10%, exceptuando los productos de la canasta básica familiar. Algunos economistas han señalado que esta es una propuesta riesgosa que podría terminar desfinanciando al Estado, al mismo Estado que Hernández propone a diestra y siniestra para rentas básicas y subsidios a familias, adultos mayores y personas en la pobreza, sin explicar fuentes de financiación y con una deuda mayor al 60% del PIB.
En resumen, el programa de Hernández en lo económico es lo suficientemente social demócrata para prometer manjares de subsidios sin tener claras las cuentas.
Ahora bien, lo más riesgoso de un eventual gobierno del ingeniero es su propio carácter. Algo que también le sucede a Petro, pero de forma, hay que decirlo, mucho más peligrosa.
Ambos temperamentos son difíciles, pero el tono de Petro es mesiánico y a veces megalómano. Hernández habla con un lenguaje demasiado soez para la jefatura del Estado y esto puede ser especialmente inconveniente en asuntos internacionales. Le pegó una cachetada a un concejal que le hacía oposición, cosa que sería desastrosa para un presidente en cualquier escenario hipotético; imagíneselo en un cara a cara con un congresista, se refiere de forma peyorativa a las mujeres que se dedican al trabajo sexual pasando por encima de su dignidad, y hay evidencias de que no escucha con mucha atención a sus oficinas jurídicas.
En la Casa de Nariño no hay posibilidad de estos errores. Y mucho menos en diplomacia internacional, en donde Hernández busca anular de una firma el trabajo de décadas de las cancillerías para lograr relaciones comerciales y políticas con otros países.
El ingeniero debe explicar aún el fondo de sus propuestas económicas y preparar rigurosamente las fuentes de financiación para un Estado bien grande que es lo que propone. También para luchar contra la inflación que es una crisis global y para pagar el déficit de la gasolina. Finalmente, su impulsividad debe menguar. No se puede ser presidente pegándole cachetadas a los opositores, ni a los otros jefes de Estado.
Con todo y esto, como disclaimer, en mi opinión su posición sobre los medios de producción y los bienes minero-energéticos, hacen que su propuesta sea mejor que la de Gustavo Petro. Ojalá el ingeniero, de ser elegido, entienda la dignidad y el honor de representar a toda una nación, su historia y sus instituciones.
@santiagoangelp en Twitter