El déjà vu de un apagón

Los venezolanos seguimos reviviendo momentos que, sin duda, han marcado nuestra psiquis y que, con el paso de los años, golpean más fuerte.


Yhonay Díaz
sept 06 de 2024 04:29 p. m.
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Aunque parezca que con los años hemos pasado la hoja de los hechos más críticos en la Venezuela del régimen, en el subconsciente de cada uno de nosotros ha quedado la marca latente de momentos que generan miedo y demás sentimientos que siguen allí clavados en los recuerdos.

Dentro de todas las arbitrariedades, la precariedad y la decadencia de la que hemos sido víctimas, hay situaciones particulares que nos llevan a revivir momentos de angustia, porque estamos frente al delirio de que sabemos lo que va a pasar.

Estos últimos meses nos hemos enfrentado a un panorama que ya habíamos visto antes, política y socialmente hablando, pero más allá de eso, hay otras cosas que hirieron nuestra psiquis como el apagón de 2019.

En ese momento nos habíamos adaptado a que se fuera la energía eléctrica con frecuencia y teníamos claro cómo actuar ante la contingencia de algunas horas, pero no estábamos preparados para que esa situación se prolongara por días.

Una noche "se fue la luz" y nos mantuvimos en la oscuridad por cinco y seis días. El problema no era que llegara la noche en negro, ni que no hubiese televisión, sino que la comida se comenzaba a dañar, esa misma que con mucho sacrificio lográbamos comprar. Ese era el panorama de quienes no pasaban por una situación más crítica.

Pero, ¿qué pasó con aquellos que estaban en un hospital y que dependían de un respirador o los que estaban en un quirófano? Ahí estuvo el verdadero problema.

Días en los que no había nada. Celulares descargados, sin agua, combustible, sin posibilidades de manejar una emergencia médica.

El 30 de agosto de 2024 vino el déjà vu de un apagón que removió aquellos días de angustia. Duele recordar cómo Mindy, mi fiel compañera por ocho años, murió esperando que volviera la luz para que intentaran salvarle la vida. Y así, muchas otras personas también perdieron a los suyos.

Este nuevo apagón no solo removió esos el sufrimiento de aquel momento, sino que regresó justo cuando volvíamos a pasar una emergencia de salud, pero esta vez con mi papá, mientras mi mamá entre lágrimas me decía "me quedan 23% de batería".

Retrocedí a ese momento en el que viví lo que es el punto máximo de angustia y la desesperación. Esta vez fue peor, antes estábamos juntos, ahora lo vivimos solos, incomunicados y desde muy lejos.

Eso es parte de lo que hemos enfrentado, de la desidia a la que hemos estado sometidos por tantos años.

X: @yhonaydiazf

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