2020: el año que nos tapó la boca y nos abrió el corazón

Foto: AFP

El personal médico escribe una carta a Colombia, país por el que se ha entregado a la batalla más dura de su vida, una que aún no termina y pretende luchar hasta el final.


Noticias RCN

ene 08 de 2021
11:25 p. m.

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Todo cambió. Nadie esperaba que llegáramos a vivir una pandemia y menos de esta magnitud. Cambió desde tu forma de vestir, tu forma de pensar, tu forma de cuidarte, tu forma de trabajar. Ha sido muy complicado, pero son muchos aspectos en la vida cotidiana que cambiaron, no solamente para el personal de la salud, sino para toda la sociedad. 

Tuvimos que prepararnos para algo que aún no conocíamos bien y nuestra carga de trabajo tuvo un aumento significativo. Muchas veces nos sentíamos perseguidos por un virus que no podíamos ver.

Esto nos dio una perspectiva diferente de la vida, porque ya no podíamos vivir las experiencias que vivíamos antes, visitar los lugares que frecuentábamos o reunirnos con las personas cercanas. Vivimos con el temor sobre qué puede pasarnos o qué puede pasarles a nuestras familias... ese siempre está ahí latente.

Somos promotores de la salud, somos esas personas que están ahí desde el comienzo hasta el final de la vida. La dinámica de la atención de pacientes, así como la del día a día, fue algo completamente nuevo para nosotros y especialmente la dinámica dentro de nuestras familias.     

El covid-19 nos ha demostrado que somos vulnerables, nos ha demostrado que así tú seas una persona aparentemente sana, con una vida por delante, simplemente te puede tocar, te enfermas y hasta ahí llegó todo. 

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Lo más difícil en la batalla contra el coronavirus ha sido luchar contra esas creencias de la gente, contra la resistencia a creer que no pasa nada. Estamos frente a un momento crítico en la historia, un momento crítico en la salud, un momento crítico desde todos los puntos de vista. De esto seguramente se van a escribir muchos libros de historia, seguramente va a ser el ejemplo de muchas cosas, pero la gente no entiende, la gente cree que es solo una gripa o cree que no es nada, hasta que le toca el momento de vivirlo con un ser querido o alguien cercano.

Ha sido muy difícil ver que las personas no entienden la lucha, eso da impotencia, sinceramente. Pelear con la sociedad para que entienda que el virus existe y que todo depende del autocuidado; pelear con las redes sociales, pelear con la sociedad cuando nos señala como asesinos.

Vivimos con frustración por luchar en contra de lo desconocido, frustración al ver tanta gente fallecer sin oportunidad de tratamiento, frustración al ver que la gente no entiende que esto es real, frustración al ver que no tenemos armas para pelear. Es frustrante el querer ayudar a alguien y que no se deje ayudar, que crean que tú eres un mentiroso o que tú estás queriendo perjudicar a sus familiares.

Lo más difícil han sido las pérdidas, los fallecimientos, el dolor de las familias, la impotencia de no poder hacer más. El tener que darles la noticia a los familiares es tremendo, y tener que decirles a las familias que su paciente es sospechoso de covid y que hay que pasarlo a un área aislada.

Durante un tiempo recibimos discriminación por parte de las personas, mientras que éramos nosotros quienes hacíamos ese sacrificio personal de estar ahí para brindarles toda la atención.

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Entre nosotros hay quienes han vivido las consecuencias de la infección y día a día atienden a sus pacientes con el mayor amor del mundo, aunque a veces no puedan esconder en su mirada el miedo a reinfectarse o infectar a sus seres queridos.

Hemos tenido compañeros de trabajo que un día llegan, los ves y compartes con ellos y a los cinco días, siete días, ya no están porque se contagiaron con covid y fallecieron.

No nos esperábamos el aumento de cifras de fallecimientos. Afecta mucho emocionalmente, porque nos llenamos de temor al vivir toda esa situación, porque son pacientes y personas que están en aislamiento y no se pueden despedir de sus familiares y nosotros somos quienes vivimos todas esas historias. 

Aún en la sociedad falta mucha conciencia sobre la situación que vivimos y entender que los recursos no son ilimitados. Por más que queramos hacer, a veces ya no está en nuestras manos, y eso es de lo más difícil en este momento.

A las personas que aún no creen en la pandemia les diríamos que esto es real, esto no es un juego, esto no es un negocio. Esto de verdad está pasando. Si tuviéramos la oportunidad de mostrarles a esas personas la situación, cómo es verdaderamente, lo haríamos. 

Hemos perdido pacientes de todas las edades y es una lección para la vida porque nos damos cuenta de que a veces no valoramos ni apreciamos lo que tenemos en nuestra familia, nuestros hogares o con las personas que amamos.

Todo esto que ha pasado con la pandemia nos fortaleció, nos dio muchas más fuerzas para enfrentar todo lo que viniera, nos dimos cuenta del verdadero valor que teníamos en la sociedad como personal de la salud. 

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Cuando todos elegimos nuestra carrera lo hacemos por vocación, entonces, a pesar del miedo dejamos de lado todas nuestras necesidades y emociones por el cuidado y el bienestar del otro. Sin importar que pueda pasarnos estamos ahí, siendo esa cara amiga para las personas que nos necesitan. Dejamos de lado nuestras vidas, nuestras familias, todo por estar en esta batalla.

Nosotros estudiamos medicina para salvar vidas, eso es lo que nos impulsa y motiva a seguir adelante. Poder lograr algo, evitar que la gente sufra, todo esto es lo que nos mueve día a día a luchar para alejar este virus de la sociedad.

Nosotros, como personal de la salud, entregamos nuestra vida a nuestros pacientes, no como unos mártires, ni como héroes, pero sí dentro de la vocación, dentro de las funciones que sabemos y dentro del compromiso que tenemos en la sociedad.  

Volveríamos a elegir nuestra profesión una y mil veces. Es ese amor, ese don de servicio, ese desear el bien de la otra persona, inclusive antes que el de uno. Sentimos ganas de seguir luchando porque sabemos que todavía hay mucha gente que no se ha contagiado, que hay mucha gente que se puede enfermar y ayudarlos es nuestra labor.

Volveríamos a elegir esta profesión porque la elegimos por vocación, aun sabiendo que quizás podríamos poner en riesgo nuestra vida, pero creemos que la satisfacción que nos da nuestro trabajo no la encontraríamos en ningún otro lado. 

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Este texto se construyó utilizando los testimonios de Valentina, Érika, Mayron y Shirley, integrantes del cuerpo médico de Colombia que ya casi cumplen un año de lucha contra esta pandemia.

Omar González - NoticiasRCN.com

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