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¿De qué se habla en una clase de sexo para estudiantes de primaria?

Una periodista estuvo dentro de un aula de clase en la que se dictó esta polémica cátedra que ha sido cuestionada, entre otros, por el Procurador.


Noticias RCN

mar 07 de 2016
12:39 p. m.

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Era una charla sobre sexualidad para menores de diez años, pero no había ningún cartel con la figura desnuda de una mamá y de un papá, ni algunas de esas láminas con la morfología de los órganos reproductores de la mujer y el hombre, ni siquiera el apellido Freud figuraba por ahí en el lomo de algún libro arrinconado en un estante del pequeño salón.

A mis 42 años, era para mí la primera charla sobre este tema. Hace 30, recuerdo que lo más parecido a esto en el pénsum de mi colegio era una clase que recibía una vez por semana bajo el nombre de comportamiento y salud.

Además, me sorprendió que el mismo rector del colegio fuera el encargado de dirigir la lección, pero varios postgrados en asuntos de familia y los roles como director de la institución, padre de familia y esposo que él mismo acreditó de palabra, inhibieron mis intenciones periodísticas de ir más allá y cuestionar su capacidad de abordar esta clase de sexualidad.

"Tengo una preparación de vida, no solo la de un cartón sino la del día a día, situaciones que se presentan alrededor de una familia. Aquí hemos tenido situaciones de niños abusados en las casas, de mamás y papás violentados, de separaciones en el seno de un hogar", me aseguró el rector.

El auditorio para el que se dictó la clase era de 31 alumnos de quinto de básica primaria, todos menores entre 9 y 10 años. Yo era la alumna número 32. En total 20 niños y 12 niñas, conmigo.

Para ellos se trataba de la primera de cinco charlas programadas para desarrollar durante todo el año.

Sin embargo, después de la primera pregunta del profesor supe que desde el año anterior a estos pequeños se les venía introduciendo ya en el intrincado mundo de la educación sexual.

"¿Se acuerdan del documental del Discovery Channel que les mostré el año pasado?, ¿cómo se llamaba?", preguntó el profesor.

"Sí, se llamaba La Gran Carrera", contestaron los pequeños al unísono.

- "¿Se acuerdan qué carrera era?", intervino de nuevo el profesor.

Primera tarea para mí. Yo no sabía de qué hablaban. Me imaginé que la carrera por la que indagaba el maestro era una de estas 10 k que están tan de moda o cualquier cosa menos un programa especial que recreaba a escala humana el colosal proceso de la fecundación humana.          

- "¡De espermatozoides!", dijo el grupo completo.

- "¿Y cuántos corren y cuántos se quedan?", agregó el rector.

- "¡Miles!… ¡millones!, ¡y gana solo uno!", respondieron los alumnos en desorden, hasta que uno de ellos, Marco Tulio, gritó más fuerte que todos: "yo gané".

Cuando el profesor afirmó "eso es sexualidad", ya estaba inmersa en una de las enseñanzas más polémicas del modelo educativo en Colombia. 

Esa misma  que cuestionó el procurador Alejandro Ordóñez cuando el colectivo "Cero embarazos no deseados en adolescentes" demandó la ley 1146 de 2007 buscando que la cátedra de educación sexual también se impartiera obligatoriamente en preescolar y primaria, no solo en bachillerato y a nivel superior.

El Procurador intervino y pidió a la Corte Constitucional dejar intacta la ley porque enseñar desde tan temprano "podría generar consecuencias indeseables, como la curiosidad hacia conductas que aceleran el inicio sexual de los niños y adolescentes".

La Corte Constitucional respaldó la solicitud de Ordóñez con su fallo a favor de dictar la cátedra solo en bachillerato y en universidades, pero no afectó la ley general de educación de 1994 donde se obliga a impartir desde preescolar de manera transversal la educación sexual, es decir no como asignatura sino como un tema incorporado al currículo y a través de todo el plan de estudios. Precisamente, lo que en este caso hizo el rector.

Eran las 10:00 de la mañana. La charla sobre sexualidad se abrió paso justo entre el primer recreo del día  y una clase de matemáticas.

A juzgar por la actitud de los menores era un buen momento para cautivar toda su atención.

El rector dibujó en el tablero lo que parecía la figura de una mesa. Sí,  un rectángulo y cuatro patas. Y dijo a sus estudiantes: "yo comparo la sexualidad con una mesa. En el rectángulo escribimos SEXUALIDAD y a cada pata le ponemos una letra, A, B, C y D que representará de ahora en adelante una base y una lección diferente. Bienvenidos al ABCD de la sexualidad".

No había cuerpos, ni topless, ni nadie 'empeloto' para hablar de sexo. Solo una mesa de madera para recrear en la mente de 31 niños, curiosos y ávidos de información, asuntos tan engorrosos como la insondable atracción humana, la reproducción, el amor, sus tantas y disímiles formas de expresión, las hormonas durante el crecimiento y la preservación de ciertos valores como el auto respeto, la fidelidad, el pudor. 

"Eso es el comercio, que tomó el cuerpo y lo convirtió en una especie de objeto para comercializar los productos, con hombres y mujeres bonitos, pero uno a veces no es así. Entonces si le quitas una pata a la mesa esta tambalea, lo mismo pasa con la sexualidad y hay gente que dura toda la vida cuadrando su sexualidad", dijo el profesor mientras sacudía de un lado a otro el mueble.

La siguiente media hora estuvo dedicada a cada una de las letras con las que el maestro bautizó a las patas que sostienen la mesa de la sexualidad. 

- "La letra A es de amor, ¿y que es amor?", preguntó el profesor.

- "Es lo que uno quiere", "es lo que uno siente por otra persona", contestó un par de pequeños. 

- "Yo quiero un chocolate o yo siento cariño por mi compañero de clases, pero amor es sentir afecto por una persona del otro género, como cuando los papás de uno se enamoran, aunque ahora hay hogares en los que los papás de uno están separados", comentó el rector.

- "¿Pero qué hacen sus papás para enamorarse?", insistió enseguida.

- "Se regalan flores", contestó un niño, "se dan besos en la boca", dijo otro, "se dedican serenatas de mariachis", respondió una niña.

- "Se dicen gracias con velas, con vino, con cartas, aunque ahora todo se hace por Whatsapp. Hay que escribir cartas y guardarlas para después (…) Cada quien ama como quiere, pero hay que tener en cuenta que hay varias clases de amor, la de los hermanos, la de los amigos, la de los abuelos y la de los novios", completó el profesor para luego darle paso a otra fase de su metáfora.

- "Vamos con la B, de la segunda pata, la única B larga que recordará el término VIDA", explicó el profesor, a lo que mi cerebro reaccionó ante el evidente error. Pero no podía protestar. Entendí que mi papel era solo presencial y la intención del maestro, fijar en la memoria de los niños un concepto de fonética parecida aunque de ortografía distinta. 

- "Porque uno tiene vida con una pareja, porque el objeto de un matrimonio es tener hijos, ¿y qué nace de la vida?", preguntó el profesor.

- "¡Un bebé!", afirmaron todos sin dudar. 

- "¿Y de qué género?", volvió el profesor, a lo que sobrevino un silencio inquietante.

- "Pues dos, hombre o mujer", resolvió el maestro.

- "Que si después el hombre quiere ser mujer y la mujer hombre es distinto, pero naturalmente los bebés nacen niños o niñas", añadió el docente, quien les compartió algo de la historia de Brigitte Baptiste, la directora transgénero de la fundación Humbolt. Y a juzgar por la cara de la mayoría de los estudiantes, fue como invocar el nombre de un extraterrestre.

Tercera pata. ¿Qué quiere decir la letra C?

- "¡Cariño!, ¡Comprensión!", lanzaron al aire dos chiquillos.

- "Nooo (…) todo eso hace parte del amor", aclaró el docente, quien formuló una pregunta clave. "¿De dónde sale la sexualidad?"

Y la suave voz de una niña irrumpe: "del cuerpo". 

- "Así es", confirmó el adulto. "¿El cuerpo, que sirve para reproducirse, hombre con hombre?", añadió.

- "¡No!", contestaron rápidamente los menores.

- "¿Mujer con mujer?", arremetió el maestro

- "¡No!", repitieron los niños.

- "Entonces", insistió el 'profe', "¿hombre y mujer?" 

- "¡Sí!", cantaron todos.

Y en adelante la conversación se tornó en una sesión de anatomía básica para explicar en qué consiste la menstruación y qué es eso tan ancestral que le practican a los niños en su miembro para mejorar la estética y reducir las posibilidades de infectarse (la circuncisión). Todo para desembocar en el consejo de que hay que tener mucho cuidado cuando una niña ya menstrua porque podría quedar embarazada.

- "El pene funciona como una esponja que se endurece. ¿Cuándo?", afirmó sin concluir el profesor para que sus estudiantes contestaran.

- "¡Cuando se llena de chichí!", terminó la frase un inocente Carlitos.

- "¡Cuando se llena de agua!", completó Sara.

Pero cinco segundos después, la pequeña Sandra, de 9 años, acertó: "cuando se llena de sangre".

- "¿Algunos de sus papás les han contado esto?", interrogó el maestro y, casi sin pensarlo, tres de ellos reaccionaron.

- "No, se desmayarían", "no, mi papá le tiene miedo a la sangre", "no, mi mamá es muy nerviosa".

A esta altura, la charla de educación sexual para estudiantes de primaria ya estaba prácticamente consumada. A un par de informaciones más sobre cómo se forma un bebé en el útero de la madre, la diferencia entre parto natural y cesárea, y  lo que hacen las feromonas, solo restaba la última de las patas de la mesa. La D, de Dios.

"Llámese como sea, Buda, Alá o Jehová, hay un ser supremo que le da orden a todas las cosas de la vida. Si Dios no está en el banquete de la sexualidad, ¿dónde queda el respeto?", concluyó el rector, quien aseguró que solo con una buena didáctica se puede abordar un tema tan delicado y espinoso como la sexualidad, sobre todo con niños tan pequeños, asunto en el que la responsabilidad de los padres jamás será reemplazada por la de los profesores de una escuela.

"Hay una confusión. La educación sexual se "genitalizó". En algunos colegios se les enseña en las cartillas cómo masturbarse sana y placenteramente, eso no es sexualidad sino un ámbito pornográfico, porque es una política de salud pública. La sexualidad está desde los más chiquiticos".

Para el rector, quien terminó su clase, "no podemos dictaminar leyes, sanciones, sentencias sobre un orden natural, negar la posibilidad de que un ser humano conozca quién es, de qué está dotado, de dónde viene, qué tiene en su materia, en su espíritu, es negar la posibilidad de que un ciudadano tenga claro qué tipo de persona es".

Creo que nunca podré olvidar al maestro haciendo estremecer la mesa de la sexualidad en mitad del salón de clases para recalcar que si alguna de esas patas falla nuestra sexualidad quedará coja. 

Seguro esa imagen también se anclará en la mente de esos 31 pequeños a los que, como yo, les quedaron más preguntas que respuestas, con la diferencia de que ellos tendrán todo el tiempo por delante para comprobar qué tan provechosas para su vida fueron las charlas de sexualidad antes de ingresar al rebelde y aún más complejo mundo de la adolescencia.

Mónica Vengoechea/NoticiasRCN.com

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