La psiquiatría explica los impactos físicos y mentales que deja la pérdida de un hijo
¿Por qué la muerte de un hijo es el dolor más insoportable y qué efectos tiene en la mente?
Noticias RCN
09:32 p. m.
La pérdida de un hijo es, sin lugar a dudas, una de las experiencias más devastadoras que puede enfrentar un ser humano y no es solo un evento vital, sino una catástrofe que altera por completo la existencia de los padres, dejando una profunda huella en su salud mental y emocional.
Diversos estudios en Psicología y Neurociencia revelaron que este tipo de duelo, conocido como duelo parental, activa en el cerebro las mismas zonas que se asocian con el dolor físico más intenso, el estrés crónico y la memoria traumática.
Comprender por qué la muerte de un hijo es el dolor más insoportable implica adentrarse en los complejos mecanismos de la mente humana y la naturaleza de la psique.
Los cambios que sufre el cerebro por la pérdida de un familiar
Los especialistas en salud mental como la psiquiatra Laura Villamil confirman que la muerte de un hijo es un evento mucho más traumático que la pérdida de un padre o una pareja, ya que rompe el ciclo natural de la vida: "este tipo de duelo activa regiones cerebrales vinculadas al dolor físico, el estrés y la memoria, generando un impacto que perdura de por vida"
El cerebro, en su intento de procesar el trauma, aumenta la producción de la hormona del estrés, el cortisol, lo que puede provocar trastornos del sueño, pérdida de apetito y un debilitamiento del sistema inmunológico.
Asimismo, la disminución de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina eleva el riesgo de desarrollar depresión y ansiedad.
¿Qué impactos psicológicos se manifiestan tras la pérdida de un hijo?
El duelo parental no sigue una línea de tiempo fija ni un patrón lineal. La sanación es un proceso personal y profundo, y el dolor se manifiesta de forma errática.
Los padres pueden experimentar una variedad de emociones que incluyen ira, culpa, negación y una tristeza abrumadora que puede durar toda la vida. Es un dolor que, como han documentado los expertos, se “siente bajo la piel”, transformando para siempre la percepción de la vida y la identidad.
Regiones como la amígdala, la corteza prefrontal ventromedial, el hipocampo y el sistema límbico se activan, generando emociones intensas y disminuyendo la capacidad de pensamiento racional. El dolor se vive de manera similar a un golpe físico severo, mencionó la experta.
Para quienes atraviesan este sufrimiento, los profesionales recomiendan buscar apoyo psicológico para aprender a gestionar el duelo. La compasión hacia uno mismo, la capacidad de permitirse sentir y expresar el dolor sin juzgarse, son pasos fundamentales en el camino de la recuperación.
Sanar implica llorar hasta no tener más lágrimas, recordar los momentos hermosos y compartir la historia de lo sucedido, explicó.
Además, encontrar formas de mantener vivo el legado del hijo, ya sea a través de actos de bondad o creando un nuevo propósito, puede ayudar a encontrar un significado en medio del sufrimiento. La aceptación de que el dolor permanecerá, pero que se puede transformar, es un componente vital para la sanación.