“No es vanidad, fue un engaño que destruyó mi vida”: víctima de biopolímeros en Colombia

Foto: / Pixabay

Elizabeth Loaiza y Melissa Castro, una modelo y una abogada con dos mundos diferentes que afrontaron una misma realidad detrás de los biopolímeros en Colombia.


Sara Casallas

ago 23 de 2023
08:46 p. m.

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El uso de biopolímeros en Colombia se convirtió en una situación de interés pública, aunque recientemente se sancionó la ley que prohíbe su aplicación y comercialización en el país, esta sustancia lleva décadas afectando la salud de cientos de personas, de las cuales un 95% son mujeres.

Hablar de biopolímeros en Colombia es enfrentarse a los prejuicios de quienes consideran que las afectaciones en la salud de las víctimas son “consecuencias de la vanidad”, así lo expone Melissa Castro, una abogada que desde las leyes ha trabajado por visibilizar la realidad detrás de la aplicación de la sustancia.

“No es por vanidad, fue un engaño que destruyó mi vida y ha acabado con la salud de muchas mujeres que luego son revictimizadas por una sociedad indolente”

La cicatriz en su rostro es la punta del iceberg del dolor constante en lo que se convirtió su vida desde hace siete años, cuando aceptó un procedimiento de “hidratación para labios”, por parte de un profesional de la salud certificado, quien se había ganado su entera confianza al tratar su piel de manera eficaz cuando tenía problemas de acné severo.

“El veneno que es esa sustancia se disfraza en el mercado de muchos nombres: hidratación, vitamina c, ampolletas con nutrientes, entre muchos otros. A nadie le dicen que lo que le aplican son biopolímeros y es un precio muy alto el que se paga por una mala decisión”

Dos cirugías después y tras varios meses de recuperación de la última intervención para haber extraído la mayor parte posible de la sustancia de su rostro, Melissa ha seguido muy de cerca el proceso para que la hoy ley, que penaliza el uso de los biopolímeros fuera una realidad, pero, además, la abogada trabaja con otras víctimas que no cuentan con los recursos para tratarse de forma particular y deben acudir a las EPS por medio de tutelas para al menos obtener un diagnóstico.

¿Cuáles son los riesgos de aplicar biopolímeros en el cuerpo?

Cabe resaltar que esta sustancia a diferencia de la silicona es un derivado del petróleo que, al ser aplicado al interior del cuerpo se expande y genera volumen, sin embargo, al ser un cuerpo extraño al organismo que no es reabsorbido, puede producir una inflación crónica en la zona, que activan el sistema inmunológico y el cuerpo empieza a combatir este ‘cuerpo extraño’ y autoatacarse.

Es allí donde se empiezan a ver los síntomas de fiebre, dolores profundos, puede provocar la muerte de la piel alrededor del biopolímero y entre los efectos alternos más conocidos se encuentran el desarrollo de enfermedades como artritis, esclerosis múltiple, lupus, entre muchos otros o en casos fatales la muerte.

La mujer detrás de la Ley de Colombia sin biopolímeros

Al igual que Melissa los biopolímeros se convirtieron en objetivo de lucha constante para Elizabeth Loaiza, uno de los casos más mediáticos que les dio voz a las víctimas, y es la mujer detrás de la ley Colombia sin biopolímeros, que penalizará a quienes hagan uso de esta sustancia modelante, pero también, regulará el sistema de salud pública para que quienes deban recibir tratamiento puedan acudir a las EPS, procedimientos que hasta el día de hoy se realizan de forma particular y generalmente son procesos muy costosos.

En diálogo con Noticiasrcn.com la modelo celebró la sanción de la ley tras el arduo camino que durante años atravesó el proyecto en el Congreso de la República.

Elizabeth, modelo y empresaria quien también fue víctima de la falsa promesa de una sustancia modelante que resultó siendo biopolímeros, es la líder detrás de este proyecto. Una mujer que en carne propia atravesó la compleja situación de tener que extraer esta sustancia de su cuerpo por medio de tres cirugías que durante cuatro años la tuvieron ingresando a quirófanos hasta poder extraer la mayor parte de la sustancia.

Por medio de su fundación ‘Ni una más con Biopolímeros’ Loaiza ha trabajado con víctimas que se acercan en búsqueda de respuestas al no tener conocimiento de a dónde acudir para tratarse antes de sufrir efectos más severos relacionados con mantener esta sustancia en sus cuerpos.

“Un factor denominador que descubrí al acercarme al montón de víctimas es que muchas de ellas no cuentan con el dinero para acudir a un médico particular para poder tener un tratamiento. Antes tomaban los biopolímeros como un tema estético y las víctimas no podían acceder a exámenes, resonancias o cirugías necesarias para el diagnóstico y retiro en sus EPS”, sostuvo Loaiza.

En contexto: Presidente Gustavo Petro sancionó la ley que prohíbe el uso de biopolímeros

De allí nació la idea que inició como un proyecto local, pero que a medida del crecimiento exponencial de casos se convirtió en un tema de interés nacional que fue aprobado en los cuatro debates regulatorios del Congreso para poder ser una ley.

“Ojalá nadie más caiga en esa trampa de querer aumentar una parte de su cuerpo y que entiendan que cualquier cosa que no sea silicona o grasa son biopolímeros”, advierte Elizabeth.

Una cura más grave que la enfermedad

Ambos testimonios revelaron el tortuoso camino luego de comprobar que llevaban en su cuerpo el peligroso químico.

“Muchos doctores no saben tratar este tipo de casos, les prometen a las víctimas que es posible extraer toda la sustancia, pero clínicamente está comprobado que es imposible”, sostuvo Melissa.

“Yo me los pude retirar luego de tres cirugías: la primera fue una operación cerrada con una cánula, que no tuvo resultados. Por el contrario, me hizo más daño por que me hizo migrar los biopolímeros a otro lugar del cuerpo”, dijo Elizabeth.

Para las víctimas encontrar un doctor que realmente pudiera extraer la sustancia de sus cuerpos en la mayor cantidad posible (pues según la Asociación Colombiana de Cirugía no es posible retirarla a un 100%), fue un camino de ‘ensayo y error’. Las dos mujeres afirman que son pocos los doctores especializados en este tema y por la alta demanda son agendas muy congestionadas.

Por otro lado, dichos procedimientos no son de fácil acceso para todas las víctimas, pues se requiere de un poder adquisitivo necesario para costear exámenes, cirugías, medicamentos, y además, un periodo de pos-operatorio que puede ser de semanas completas sin movilidad y con cuidados rigurosos.

La modelo explica que un tratamiento puede costar más de 35 millones de pesos con un profesional de la salud que se dedique a atender estos casos, pero, además, debido a la alta demanda de los pacientes estos doctores no tienen agenda inmediata disponible, lo que pone en riesgo la vida de muchas personas, pues según la víctima tener la sustancia es “una bomba de tiempo”, que puede hacer que se desarrollen enfermedades alternas debido a la migración de la sustancia a otras partes del cuerpo.

Además: Elizabeth Loaiza, la voz detrás de la penalización del uso de biopolímeros en Colombia

Para Melissa el proceso de recuperación fue más corto debido a que su porcentaje de la sustancia era menor, pero los riesgos al ser en su rostro aumentaban los cuidados, lo que le impidió ejercer como abogada por meses. Además, la mujer de 29 años cuenta que siente que ha perdido gran parte de su juventud luchando contra un sistema que miraba hacia otro lado mientras las víctimas seguían aumentando.

Dos mundos diferentes, dos realidades muy distintas, que ahora ven una luz para las víctimas por las que han trabajado y los resultados de una misión que con empeño logró la ley 2316 de 2023 y el tratamiento que puede salvar vidas en Colombia.

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