Casarse con personajes de anime: la tendencia que crece en Japón
En el país asiático la alternativa de tener una relación con un personaje ficticio toma fuerza, como una forma de desafiar las normas sociales.
Noticias RCN
07:46 a. m.
La cultura japonesa es conocida por múltiples cosas: su comida, la tecnología, la disciplina y también dos aspectos claves como el anime y la rigurosidad en las relaciones matrimoniales, en las que hay un montón de normas y estereotipos que han llevado a un grupo de personas a desafiarlas casándose con personajes ficticios.
La gente que esta llevando a cabo esta práctica se les conoce como ‘fictosexuales’ y entorno a ellos hay un montón de elementos interesantes que conocer, como su forma de vida, la manera en la que se ha creado un movimiento económico y los motivos que los llevan a crear estas relaciones que van más allá del gusto por un manga, un anime o un videojuego.
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Los fictosexuales en Japón
Casarse con un personaje de anime es algo que suena totalmente extraño, porque no hay una relación directa y en realidad no es un humano con el que haya una comunicación. Sin embargo, esta práctica va por otra vía y responde a temas de comodidad, de verse en otra relación y estar bien consigo mismo.
Los mangas, animes y videojuegos crean personajes tan complejos que salen de su propio mundo y toman una personalidad que puede adaptarse a diferentes situaciones, como la vida de Akihiko Kondo, quien ha sido de ejemplo para entender cómo viven los fictosexuales en Japón y toda la industria que hay a su alrededor.
Él es un japonés común y corriente, tiene amigos y un trabajo estable, pero también está en una relación con un personaje de anime: Hatsune Miku, quien es una cantante pop sintetizada por ordenador de cabello turquesa que ha estado de gira con Lady Gaga y ha protagonizado videojuegos.
Con ella tiene un matrimonio extra oficial desde 2018, decisión que tomó luego de una larga depresión tras perder una relación de más de una década. Su matrimonio fue con Miku en versión peluche y con el tradicional vestido de novia, con ella vive, duerme y come, además sube fotos en Instagram teniendo una vida ‘normal’.
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¿Por qué lo hacen?
El crecimiento del anime y el manga ha hecho de Japón un lugar central para toda esta cultura, por lo que hay miles de matrimonios extra oficiales allí entre personas y personajes de anime, y principalmente los motivos están en la diversión, en crear una salida a las fuertes normas sociales del país entorno a las relaciones de pareja y la vida familiar, que define unos roles muy claros para los hombres y las mujeres, de quienes también hay ‘fictosexuales’ porque les permite salir de esos estereotipos que deben cumplir.
"Para el público en general, parece una tontería gastar dinero, tiempo y energía en alguien que ni siquiera está vivo. Pero para los amantes de los personajes, esta práctica se considera esencial. Los hace sentir vivos, felices, útiles y parte de un movimiento con metas más altas en la vida", según comenta Agnès Giard, investigadora de la Universidad de París Nanterre, que ha estudiado los matrimonios ficticios, en entrevista con New York Post.
Pero otra cara de la moneda es que alrededor de toda esta práctica y cultura hay una industria moviéndose. En Japón los fans pueden comprar cartas de amor de sus personajes, reproducciones de su ropa e incluso aromas destinados a evocar lo que sería su presencia. Adicionalmente, hay hoteles que ofrecen paquetes en los que los personajes pueden celebrar sus cumpleaños o pasar noches con sus personajes favoritos, teniendo la opción de comer con ellos, tener sesiones de spa y muchas otras cosas.
Es por eso que el gobierno ha promovido la fomentación de esta práctica, para llamar la atención de los extranjeros y que salga de Japón, aprovechando el mercado y el crecimiento por el gusto del anime.
Y así es como las relaciones humanas van tomando otra mirada, otros caminos más divertidos y que pueden ser construcciones que para muchos pueden ser extrañas, pero que para otros son opciones de sanar heridas psicológicas y estar bien consigo mismos en una sociedad más acostumbrada a juzgar.