¿Es de los que trata a su mascota como un hijo? Estas son las consecuencias, según expertos

Imagen de referencia / Foto: Pixabay

Asignarles conductas humanas a los animales y tratarlos como niños es, según expertos, quitarles la posibilidad de desarrollar procesos propios de su especie.


Noticias RCN

ago 16 de 2022
12:52 p. m.

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Es cada vez más común que las familias modernas prefieran tener un perro o un gato que un hijo. Sin embargo, también lo es que las personas tiendan a tratar a los animales como personas, humanizando a sus mascotas, con comportamientos como: sentarlos a comer en la mesa, sacarlos a pasear en carros para bebes, o vestirlos con accesorios, y hasta zapatos. Pero, ¿es esta una buena opción?

Sobre el tema, Angelica Gonzales Barrera, teóloga y experta en comportamientos caninos afirmó al diario El Tiempo que humanizar a los animales es asignarles conductas humanas, es decir, tratarlos como bebés o niños, y quitarles la posibilidad de desarrollar los procesos propios de su especie.

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En otra opinión experta, Jorge Gallego Rodríguez, profesor de Urgencias, Medicina Interna y Toxicología Clínica, opinó que no es una buena opción, porque “el hecho de que (las mascotas) se conviertan en miembros de nuestra familia no nos da derecho a humanizarlos”. El médico explicó la importancia de diferenciar el concepto de familia multiespecie, que implica un hogar en el que hay dos especies diferentes, es decir la humana y el animal; y la fusión de especies, que es lo que sucede al humanizar los animales.

¿A qué conlleva la humanización de los animales?

Conrado Clavijo, adiestrador canino, dijo al diario citado que la humanización puede tener como consecuencia agresividad o miedo en los animales. Esto se explica por la baja adaptabilidad con la que crecen, frente a posibles riesgos fuera de casa.

Cuando un dueño sobreprotege, aleja, no permite el olfateo con otros perros o viste con prendas como sacos o chaquetas a su mascota, promueve que el animal tenga dificultades para socializar, esto se debe a que se obstruye su comunicación visual y olfativa. Además de provocar comportamientos como ansiedad por separación, que se expresa cuando una mascota se vuelve destructora o, en el caso de los perros, ladra demasiado. Algo similar ocurre cuando se perfuma a los animales con fragancias humanos porque se pierde su olor natural, lo que les impide el reconocimiento social con otros.

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