¿Por qué hay personas que no saben estar solas después de una ruptura? Esto dice la Psicología
Lo que la Psicología explica sobre quienes temen estar solos después de una ruptura.
Noticias RCN
02:26 p. m.
En el contexto de una separación, no es inusual que algunas personas experimenten una profunda incapacidad para estar solas.
La razón radica en complejas dinámicas psicológicas: la pérdida no solo marca el fin de una relación, sino que cuestiona la identidad, el valor propio y el sentimiento de seguridad.
Estudios recientes muestran que quienes no saben estar solas tras una ruptura suelen presentar estilos de apego ansioso, baja autoestima o una marcada necesidad de validación externa.
¿Qué papel juegan el apego y la autoestima en la dificultad para estar solos?
La investigación señala que los estilos de apego influyen de forma notable en el duelo romántico.
Un estudio con más de 400 participantes halló que quienes tenían un apego ansioso o evitativo mostraban mayor angustia, tendencia a la tristeza y dificultad para encontrar crecimiento personal tras la ruptura.
Además, la baja autoestima funciona como factor multiplicador: cuando una persona siente que no será amada o valorada sin una pareja, la soledad se convierte en amenaza, no en oportunidad.
¿Por qué la soledad se vive como miedo en lugar de espacio de crecimiento?
Desde la neurociencia afectiva se ha demostrado que la separación romántica activa regiones cerebrales asociadas al dolor social como la amígdala y el cíngulo anterior que hacen que la soledad se experimente como realidad física.
Así, el distanciamiento no solo representa ausencia, sino peligro emocional. Asimismo, culturas modernas que idealizan el romanticismo alimentan la creencia de que estar sin pareja es estar incompleto, generando dependencia emocional.
En este contexto, la persona consciente o no, tiende a evitar la soledad porque ésta revela vacíos íntimos: falta de autoconocimiento, falta de vínculo consigo mismo o miedo a sentirse irrelevante.
En suma, la dificultad para estar solo después de una ruptura no es cuestión de pereza o conformismo, sino de vulnerabilidad psicológica: apego inseguro, identidad supeditada al otro, y miedo profundo a la valía personal.
Reconocer ese patrón es el primer paso para transformar la soledad en espacio de reconstrucción: sacar lecciones del pasado, cultivar la propia compañía y construir una vida independiente y enriquecedora.