Soy periodista de deportes y esta fue mi experiencia viendo Barbie en cine

AFP

Ver Barbie el pasado 20 de julio significó un esfuerzo similar al de ver una final de fútbol: reservas online, filas interminables, lágrimas y celebración.


Pablo Gabriel Iriarte

jul 24 de 2023
06:53 p. m.

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Cuando entré a la Sala 1 de un centro comercial en Cedritos para ver Barbie, lo último que me imaginé fue escribir un relato de mi experiencia. Pero aquí estoy, realizando este ejercicio, pues no fue ajeno a mis labores diarias relacionadas con el ámbito deportivo. Aunque no lo crean, ver esta película dirigida por Greta Gerwig fue una vivencia, en muchos aspectos, similar a la de ver un partido de fútbol y quienes ya se deleitaron con la actuación de Margot Robbie y Ryan Gosling entenderán de qué hablo. 

Poder asistir a una función en el día de su estreno fue una tarea maratónica. Fue igual o aún más difícil que encontrar entradas para ver un partido de Millonarios en los cuadrangulares semifinales del semestre anterior. Y aunque no había revendedores a las afueras de las salas, como sucede cada fin de semana en El Campín, sí me crucé con un grupo de niñas vestidas de rosado quienes, entre lágrimas, le rogaban a sus padres hacer un mayor esfuerzo para conseguir sillas. Para poder ver Barbie el pasado 20 de julio y ahorrarme los 'spoilers' en Twitter, viajé 40 minutos en carro y duré casi una hora asegurando mis sillas en la sala de un centro comercial al cual no asistía desde que tenía 13 años. 

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Las filas en la plazoleta de comida eran semejantes a las del 'coloso de la 57'. Ríos rosados, amarillos y azules claros (gracias a los dedicados novios que se animaron a vestirse de Ken) inundaban el tercer piso del establecimiento comercial. Muchos querían comerse un helado antes, o después, de la película; otros buscaron calmar el hambre con una hamburguesa; mientras unos le apostaron a vivir la experiencia tradicional y, pacientemente, esperaron 50-55 minutos para tener su balde de crispetas y su perro caliente. No hay duda que fueron filas más amigables y seguras que las que se forman antes de ver a los equipos de la capital. Eso sí, la expectativa de una niña que estaba al borde del llanto antes de que arrancara la película puedo decir que era mayor a la de algunos hinchas 'azules' antes de ver la final contra Atlético Nacional. 

En vez de barras, un sector de la 'tribuna' de la sala que me tocó empezó a entonar las canciones de la película. Celebraban las victorias de Robbie como un gol en el último minuto contra el clásico rival. Al final presencié muchas lágrimas de felicidad, similares a la de los hinchas 'embajadores' cuando Larry Vásquez la mandó al fondo de la red. Esta película fue un viaje a su infancia, donde los sueños eran grandes y los problemas pequeños. Sentimiento que se apodera de los hinchas cuando van a la cancha, pues por 90 minutos olvidan sus preocupaciones y se dejan llevar por ese niño que siempre quiso ser futbolista. 

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A pesar de que esperaba encontrarme con una película divertida, es una pieza que va más allá de eso y tiene un significado importante para las mujeres. Demuestra cómo fueron encasilladas en un mundo perfecto e imaginario; mientras que en el real no podían ejercer un rol importante. Su lucha y la búsqueda de la equidad les permitió escapar de esa burbuja machista, para poder escribir su propio camino y gozar de unos derechos que les permitieran demostrar su valor en diferentes áreas. 

Si le pareció 'carreta' lo anterior, lo único que le puedo asegurar es que la salida de ese cine fue un 'mierdero' muy parecido al del estadio.

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